Turismo: ¿finalmente un reconocimiento político?
A pesar de su relevancia y del rápido crecimiento del sector en los últimos años, el turismo ha sido infravalorado durante mucho tiempo por los responsables de políticas y rara vez se le ha dado el lugar que le corresponde en las prioridades gubernamentales. La mayoría de las veces se ha dejado a las fuerzas del mercado, donde la oferta y la demanda han determinado su importancia.
Puesto que la pandemia ha provocado un drástico descenso de la actividad turística en muchos países, hemos visto cómo los poderes públicos prestan una nueva atención al "ecosistema" turístico, como nos gusta llamarlo ahora. La crisis fue un recordatorio brutal de que el turismo representa mucho, sobre todo en términos de empleo y desarrollo para los territorios. Por eso se han propuesto y adoptado varias medidas de ayuda por parte de los gobiernos para ayudar a los agentes afectados y apoyar la recuperación del turismo. Por eso también, a nivel internacional y en particular a nivel de la Unión Europea, se ha producido una fuerte movilización para que los viajes turísticos se reanuden en condiciones de seguridad.
Aunque se ha hablado mucho de cómo recuperar el turismo haciéndolo más accesible, inclusivo y sostenible en todas sus dimensiones, también hay que pensar en el lugar que ocupa el sector en las futuras políticas y planes de desarrollo, y actuar en concordancia para que el turismo tenga el reconocimiento que merece.
Precisamente en este contexto debe plantearse también la cuestión de una mejor consideración por parte de los poderes públicos del acceso al ocio, el turismo y las vacaciones. El impacto de la crisis actual ha dejado y seguirá dejando muchas marcas psicosociales en nuestras sociedades, donde las desigualdades han aumentado.
Entre los ejes en los que sin duda deben trabajar más los actores comprometidos con el Turismo para Todos -y esto nos concierne en ISTO- están tanto los beneficios de salir de vacaciones para los diferentes estratos de la población, como el coste social y económico que suponen el no salir de vacaciones para los poderes públicos y el interés que hay en integrar este asunto en las políticas destinadas a mejorar la salud y el bienestar de la población.
Por lo tanto, es de esperar que en este difícil período que estamos afrontando, el turismo recupere el lugar que le corresponde en la agenda política, que pueda fortalecerse y desarrollarse de una manera diferente y que se reconozca el valor del acceso a las vacaciones como parte inherente a la calidad de vida de los ciudadanos.