El reto de la gobernanza compartida
Una de las cuestiones más delicadas sigue siendo la del poder. ¿Cómo garantizar que las decisiones se tomen democráticamente, que los conflictos internos se gestionen con transparencia y que las desigualdades no se reproduzcan a escala local? Se mencionaron varias herramientas participativas, como la cartografía colaborativa, los juegos de rol y los árboles de problemas, que animan a la gente a expresarse, dialogar y resolver tensiones.
Pero las herramientas por sí solas no bastan. La voluntad de cambio debe venir de dentro. A veces los proyectos se estancan, no por falta de recursos, sino porque los agentes implicados encuentran un equilibrio -por inestable que sea- que les conviene. El apoyo externo sólo puede abrir espacios de debate, sin forzar las transiciones.
¿Hacia un cambio de escala?
En conclusión, aunque el turismo comunitario sigue siendo un segmento marginal en las estadísticas mundiales, está creciendo en escala en ciertas regiones del mundo. Forma parte de una visión del desarrollo centrada en los agentes locales, el conocimiento compartido y la solidaridad. Las universidades y las ONG tienen un papel que desempeñar en este proceso, siempre que se posicionen para apoyarlo y no para anularlo.
El debate sigue abierto: ¿debe ampliarse la noción de turismo comunitario a otras formas de gobernanza local? ¿Cómo evitar los efectos perversos de la profesionalización? ¿Qué alianzas deben forjarse para afianzar estas prácticas a largo plazo? Éstas son sólo algunas de las preguntas que seguirán alimentando el debate en un sector en constante evolución.