Contribución de ATES
28 May 2020

Contribución de ATES.

Crisis de salud, crisis del turismo y turismo justo y solidario

El turismo es hoy en día uno de los sectores más afectados, en proporción y duración, por la crisis sanitaria mundial que se viene dando desde principios de 2020. Esta violencia ha aumentado los numerosos cuestionamientos formulados al sector desde hace varios años, dados los efectos nocivos, tanto humanos como ambientales, que algunos de sus comportamientos provocan en muchas partes del planeta. A pesar del discurso sobre una mayor "sostenibilidad"; en las actividades económicas y, en particular, en las del turismo, se han obtenido pocos logros concretos. Los cambios y reorientaciones necesarios en las prácticas turísticas tardan en producirse en un mundo en el que el único indicador predominante es el de la productividad/rentabilidad, mientras que los dos grandes desafíos a los que se enfrenta nuestro mundo desde principios del siglo XXI son, por una parte, el constante aumento de las desigualdades y, por otra, la necesidad de tener en cuenta los cambios climáticos actuales y futuros.

Frente a esta problemática y a los desafíos mencionados, ¿qué futuro le depara al mundo del turismo en general y en particular para el que parece estar más en concordancia con los cuestionamientos anteriores, es decir, el turismo justo y solidario? De hecho, en una perspectiva posterior a la crisis, la movilidad es y seguirá siendo una constante para la humanidad del siglo XXI y la necesidad de viajar, de descubrir lugares y de tener contacto con actores de mundos diferentes, de los cuales estamos llenos de imágenes y evocaciones, debería perdurar, o incluso aumentar muy fuertemente, dado el crecimiento de las clases medias en los países emergentes, el envejecimiento mundial de la población y la mayor facilidad de conexión. Además de esta movilidad, hay una tendencia creciente a salirse del camino del turismo industrial y avanzar hacia un turismo de encuentros, compartiendo experiencias originales y descubriendo otras culturas. Sin embargo, esta necesidad de movilidad y de otro tipo de turismo debe orientarse fuertemente hacia los viajes con efectos positivos probados tanto en términos de desarrollo económico y humano como en términos de protección del medio ambiente.

El turismo justo y solidario (TES) pretende responder a estos desafíos y así lo demuestra

En Francia, la noción de turismo justo y solidario apareció y se desarrolló durante el movimiento del comercio justo a finales de los años 90. En efecto, la combinación de la puesta en relieve de las acciones de campo llevadas a cabo por diversas ONG y actores del turismo alternativo, con la mayor implicación de las instituciones en un turismo más responsable y el apoyo al comercio justo, ha permitido el surgimiento del tema y de sus actores. Este surgimiento, encabezado por la Unión Nacional de Turismo y Asociaciones al Aire Libre (UNAT) y apoyado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, llevó a la creación de la Asociación de Turismo Justo y Solidario (ATES) en 2006, esta última reúne a los operadores turísticos, los actores implicados y sus socios respectivos, en su mayoría de países en desarrollo, una ofertaturística que cumple los criterios de comercio justo y solidaridad internacional.

En consonancia con el comercio justo, que tiene como objetivo reequilibrar las relaciones comerciales entre productores y consumidores, el TES busca permitir que las poblaciones alejadas de los circuitos turísticos se beneficien de esta actividad, como complemento, muy a menudo, de actividades agrícolas o artesanales. Para ello, los operadores franceses co-construyen las estadías con sus socios locales con el objetivo de una remuneración justa y una relación comercial equilibrada. Además, el TES fomenta el uso mayoritario de proveedores de servicios locales con la finalidad de que la mayor parte posible del precio pagado por el viajero se inyecte en la economía local.

El TES está plenamente en consonancia con la visión y la aplicación de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) promovidos por los organismos internacionales. Si bien sus acciones se refieren directamente a los objetivos 8, trabajo decente y crecimiento económico, y 12, consumo y producción responsables, sus efectos y repercusiones en las poblaciones y territorios también se refieren a los objetivos 1, reducción de la pobreza, 4, educación de calidad, 10, reducción de las desigualdades, y 17, asociaciones para el logro de esos objetivos. Las características del TES, sus valores y su modus operandi lo convierten en un actor directo que contribuye a la resiliencia de las comunidades locales de los territorios en los que está inmerso, en particular en su capacidad de diversificar las economías de esos territorios en los países en desarrollo en los que opera principalmente.

Este complemento que aportan a las poblaciones rurales se mide por las mejoras en los ingresos, cuyos efectos son visibles tanto en la mejora de las condiciones materiales de vida como en el mayor acceso a la educación de sus hijos. Se miden muchos otros efectos, como el fortalecimiento del papel de la mujer en las comunidades, el enriquecimiento de las aptitudes de los diversos agentes mediante numerosos cursos de capacitación y contactos, la aplicación de soluciones técnicas ecológicas en los ámbitos de la energía o la agricultura, el intercambio intercultural, el conocimiento y el reconocimiento del otro, cuyos efectos positivos pueden observarse tanto en el anfitrión como en el viajero.

El TES, como su nombre indica, forma parte de la lógica del comercio justo, que ayuda a reducir las desigualdades en las cadenas de valor mundiales. Las características del turismo justo, basadas en la fuerte asociación entre los actores de los territorios de destino y los operadores turísticos de los países de origen, a veces incluso incluyendo a los propios viajeros, en una relación muy transparente, que pone de relieve los intercambios humanos y los beneficios económicos, hacen de este nicho turístico un modelo a promover en este contexto de evolución de la actividad frente a los desafíos mencionados anteriormente.

Aunque los viajes en el marco del TES siguen contribuyendo al calentamiento global, dada la necesidad de utilizar el transporte aéreo para llegar a destinos a menudo distantes, los actores de TES están haciendo campaña, por un lado, para exigir tiempos de estadía suficientemente largos y, al mismo tiempo, reducir al mínimo las emisiones locales de gases de efecto invernadero y, por otro lado, poder medir el impacto del carbono de los viajes a fin de prever posibles reducciones o incluso medidas de mitigación. En el contexto de la búsqueda de una mayor equidad en las cadenas de valor, el TES, representada en Francia por la ATES (Association pour le Tourisme Equitable et Solidaire), al igual que sus mayores del Comercio Justo, está desarrollando en Francia y en Europa una nueva oferta que puede abordar en parte las cuestiones relacionadas con las desigualdades y el cambio climático.

La crisis actual desafía las estrategias para un crecimiento cada vez más fuerte que nos lleve a cambios naturales y sociales que tendrán un fuerte impacto en todos nosotros. Lo cuantitativo, sobre todo en el contexto del turismo, debe desterrarse, para centrarse en lo cualitativo, poniendo de relieve la especificidad de los territorios (¡que no pueden ser reubicados...!) y de sus habitantes. El TES está plenamente en consonancia con este enfoque cualitativo y su difusión en numerosos territorios debe ser apoyada tanto por las entidades públicas interesadas como por las poblaciones y, sobre todo, los viajeros.

Gilles Béville

Presidente de ATES