Reflexiones a partir de la segunda edición de la Semana internacional de Turismo para Todos, Solidario y Sostenible.
La Semana Internacional de Turismo para Todos, Solidario y Sostenible, organizada por ISTO en colaboración con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo de Perú (MINCETUR) y que tuvo lugar a finales de junio pasado nos obligó a reflexionar, en conjunto, acerca del turismo que queremos y de este turismo que proponemos desde nuestra organización y con nuestros socios para el futuro. Si la crisis sanitaria mundial del Covid-19 nos ha obligado a hacer un alto forzado en nuestras actividades cotidianas, nos ha forzado igualmente, lo reconozcamos o no, a interrogarnos acerca de la manera en cómo hacíamos las cosas: nuestra manera de “vender” las experiencias turísticas, nuestra manera de recibir a los turistas y la huella que dejábamos en esos residentes y en esos territorios que los recibían día a día.
Algunos más optimistas que otros, pensamos, al inicio de esta pandemia, que esta reflexión forzada encaminaría esa tendencia que veníamos observando de ser más respetuosos con el medio ambiente, al tiempo que se reforzaría una economía sana que contemplaba las necesidades de los trabajadores del sector y las comunidades que recibían a esos turistas. Luego, muchos, al ver que muchos otros hablan de “reactivar” el turismo sin repensarlo nos fuimos desencantando en esta visión, quizás “romántica”, del nuevo turismo o del turismo post pandemia.
Pero lo que sí está claro es que las tendencias que ya se venían observando, han llegado para quedarse y ya no como una moda pasajera o algo de unas pocas iniciativas desparramadas por aquí y por allá en todo el mundo. Cada vez somos más los que estamos conscientes de que el turismo deberá ser sostenible o no será, no habrá turismo. Para ello, aquellos convencidos de la importancia de la sostenibilidad, deberán sobresalir y distinguirse en sus prácticas marcando el camino para aquellos menos convencidos o incluso para aquellos descreídos que aún no inician este recorrido.
Mucho se ha dicho durante esta Semana Internacional, y mucho material para rescatar sin dudas, pero en esta línea de pensamiento, quisiera destacar algunos aspectos que Juan Ignacio Pulido, Profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Jaén, nos compartió durante su conferencia. Él nos decía que debemos entender que lo que finalmente “vendemos” en turismo es el “derecho a la satisfacción futura de una ilusión”, por tanto, es necesario que generemos esas experiencias transformadoras, que conllevan desarrollo personal e implican la mayor interacción social, aspectos totalmente alineados con nuestra Declaración de Montreal Por una visión humanista y social del turismo (1996). Por tanto, si queremos realmente pasar del tan famoso “desarrollo del turismo” a un verdadero turismo de desarrollo, deberemos entonces cambiar de paradigma y orientarnos hacia este nuevo turista que quiere pertenecer y no ver, uno que ha desarrollado “nuevos valores ciudadanos” como nos dice Pulido, valores que suponen una manera diferente de consumir, que es fundamentalmente, “ética”.
Pero no son únicamente los turistas los que han cambiado, debemos de haber sido nosotros, actores del sector turístico también quienes cambiemos y en este sentido, deberemos de haber aprendido que el “éxito” de nuestros destinos, como nos los indica acertadamente Pulido, ya no deberá medirse por la cantidad de turistas que llegan a él sino por la cantidad “suficiente como para generar los recursos que requiere una mejor calidad de vida de sus habitantes”.
Cuando hayamos aprendido a medirlo así, seremos exitosos con los que realmente debemos de ser: el turismo como una herramienta de mejora de la calidad de vida de los residentes y esto sólo lo alcanzaremos con un trabajo coordinado, articulado, cooperante y en red, en donde dejemos de ser únicamente competidores y vayamos hacia una estrategia de “coopetición turística” en donde aunando esfuerzos en una lucha común ponemos de manifiesto nuestros valores más intrínsecos, aquellos que definen el ADN del turismo social en sus 5 grandes componentes: la inclusión, la solidaridad, la calidad de vida, el medio ambiente y el comercio justo.
Si algo nos dejó esta Semana internacional de reflexiones e intercambio es la convicción de que algo por fin está cambiando, de que cada vez somos más los que alzamos la voz para la puesta en marcha o la continuación de prácticas sostenibles con las comunidades y con el territorio, pero, sobre todo, que cada vez somos más los que volvemos a poner en el centro de nuestra actividad a las personas.
¡Prosigamos nuestro trabajo en favor de un turismo al servicio de las personas, de las comunidades y de los territorios! Los socios de ISTO lo hacen desde hace mucho tiempo, no duden en acercarse y preguntar, encontrarán muchas acciones inspiradoras en nuestra red internacional.